Al asistir a una cata de vino, podemos tener
dos enfoques, el primero, hacerlo
por placer, lo cual es ya bastante
agradable. Pero también podemos tomarlo como una experiencia para
nuestro crecimiento personal
y poner de nuestra parte para que, lo que probemos y escuchemos, llegue más
allá de nuestra
nariz y boca.
Lo primero, es poner en práctica la etiqueta correspondiente a una cata de vinos; ya que,
independientemente de
nuestro nivel de interés, hay una persona haciendo su esfuerzo por
presentar o guiar la ocasión, y unos compañeros que seguramente quieren aprovechar al
máximo el día. Antes de la cata:
Además de ser un buen participante, puedes hacer tu
tarea antes de llegar e investigar un poco
acerca de los vinos que se degustarán. Lee la historia de la
bodega, las características de la
cultura vinícola del país productor y si hay alguna personalidad relevante
involucrada en la fabricación de estos. Atrévete también a investigar acerca de
las características de las cepas que
componen tu vino, para luego contrastar lo que
la teoría y la práctica te muestran y poder formular opiniones más
completas. Durante la cata:
Toma nota de los
vinos y de lo que diga el experto, pero también de tus impresiones personales.
Haz preguntas y
participa (sin ser invasivo o acaparar la velada), no te quedes con una duda
por pena a comentarla (o al menos, anótala y convérsalo luego en privado o
investígalo en casa), y procura llevar el ritmo dictado
por quien presenta el vino. Otra cosa, deja un poco de cada vino que vas
probando, para poder luego comparar a
medida que van llegando nuevas muestras. Si lo bebes todo,
luego te perderás de poder hacer esto. Intenta, mientras degustes,
imaginarte con qué plato podría
ir bien el vino, además, recuerda distribuirlo por tu paladar y darle su tiempo
para liberar su
sabor. Si es posible, trata de sentarte cerca de alguien que conozca de
vinos, o cerca del presentador, ya que su
conversación y observaciones seguro resultarán enriquecedoras.
Después de la cata:
Justo al terminar el evento, no salgas corriendo a buscar el carro, conversa, agradece a tus
anfitriones y comparte impresiones acerca de tu experiencia. Más
adelante, si alguno de los vinos te gustó de manera especial, recuérdalo y cómpralo otro día para degustar en
casa. Compara tu impresión con la que experimentaste aquél
día, compártelo, y acompáñalo con alimentos. Fuente:
CocinayVino